El aceite esencial de lavanda se extrae de una planta aromática denominada Lavandula. Su nombre científico hace referencia al uso medicinal que se le daba a su flor en la Antigüedad. Y es que se decía que sus infusiones poseían la propiedad de «lavar» el cuerpo. Así que, si quieres saber más sobre las propiedades medicinales de esta planta y cómo elaborar aceite esencial en casa, sigue leyendo. Y recuerda que puedes ampliar tus conocimientos en farmacología natural a través del curso Auxiliar de Farmacia y Parafarmacia.
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¿Qué es y para qué sirve la lavanda?
La lavanda es una planta aromática que crece en forma de arbusto. Se trata de una planta de hoja perenne de la que brotan flores muy llamativas de color violeta. En España, la zona donde más se cultiva es Brihuega, en la comarca de La Alcarria (Guadalajara). Asimismo, son famosos los campos malvas de lavanda en La Provenza francesa. Si eres amante de la fotografía, toma tu cámara y viaja a esta región en verano, época de floración, para admirar el paisaje. Además, no olvides comprar mermeladas y caramelos elaborados con esta flor. ¡Toda una delicia para recrear el paladar!
La lavanda, conocida popularmente como alhucema o espliego, desprende un olor que resulta muy agradable para el olfato humano, pero que curiosamente repele a los mosquitos. Por este motivo, te recomendamos cultivarla en maceta para ahuyentar a los insectos que quieran colarse por tu ventana para picarte en las noches de verano. Debes ubicarla en un balcón soleado, porque necesita mucha luz y poco riego. Sus hojas son grisáceas, recubiertas de pelusa, mientras que las flores tan vistosas que nacen en junio o julio llenarán de color tu casa. La planta no suele sobrepasar los 80 centímetros de altura.
La lavanda, una planta usada desde hace cientos de años
Los egipcios ya conocían las propiedades médicas de la lavanda. En esta cultura la consideraban una flor que purificaba, y por ello la empleaban en el proceso de momificación.
Los romanos, por su parte, disfrutaban de su perfume en las termas donde se bañaban y aromatizaban con flores la ropa de cama. De hecho, esta última costumbre la mantenemos en la actualidad, ya que es fácil encontrar en el mercado suavizantes para la lavadora con olor a lavanda.
En la Edad Media, los monjes cultivaban lavanda porque conocían sus propiedades sanatorias.
Incluso es famosa en el mundo de la brujería, donde se dice que una ramita en la puerta de casa impide entrar las malas energías y el mal de ojo.
Dentro del género Lavandula encontramos distintas variedades: Lavandula stoechas, Lavandula Angustifolia, Lavandula latifolia… En todos los casos, las flores son violetas o azuladas, y la diferencia radica en la forma de las mismas.
La lavanda es una especie muy presente en zonas mediterráneas. No requiere demasiados cuidados, siempre que reciba suficientes horas diarias de luz. Crece bien en maceta, por lo que puedes tenerla en casa de manera ornamental y cortar algunas ramitas cuando quieras usarla.
Cómo elaborar aceite esencial de lavanda en casa
Si quieres saber cómo hacer aceite esencial de lavanda en casa, debes saber que existen dos maneras.
Para seguir el proceso complejo necesitarás un condensador. Llena una cacerola con flores de lavanda y agua, y lleva la mezcla a ebullición hasta producir vapor. Este debe pasar por el condensador, con el objetivo de enfriarlo y obtener una destilación del aceite de lavanda.
Pero también hay una forma sencilla y para todos los públicos. Consiste en usar las flores de la lavanda tanto secas como frescas. Introdúcelas en un bote lleno de aceite de oliva o bien de aceite de almendras. Cierra herméticamente el recipiente y deja reposar la mezcla en un lugar oscuro. Al cabo de varios días, remueve el contenido y de nuevo déjalo en reposo. Pasado un tiempo, filtra el líquido para retirar los restos vegetales. ¡Y tendrás un aceite perfumado! Úsalo para dar masajes, sobre las articulaciones inflamadas o para hidratar la piel o el cabello. Puede aplicarse incluso en animales.
De igual modo, existe la opción de realizar una maceración con alcohol de 96º para obtener alcohol de lavanda, un refrescante mejunje para eliminar bacterias y microbios o para masajear las lumbares u otras zonas doloridas. Un paño humedecido en alcohol y colocado sobre la frente rebaja la fiebre. Además, un chorrito en el agua del cubo de la fregona aromatizará tu hogar.
¿Cómo se utiliza el aceite esencial de lavanda?
El aceite de esta planta aromática se usa para calmar picores en la piel y para hacer cataplasmas cicatrizantes. También se emplea en aromaterapia y en la elaboración de perfumes, cosméticos, ambientadores y jabones.
A la lavanda también se le atribuyen propiedades relajantes que alivian el estrés, la ansiedad y el insomnio. Por ello, pruébala en forma de infusión antes de irte a dormir. Solo tienes que añadir una cucharadita de miel y unas gotas de limón para que la infusión te sepa a gloria. Una tacita al día te ayudará a controlar la hipertensión y a mejorar la digestión. Incluso evitarás el mal aliento y las pupas de la boca. Si estás resfriado, despejará tus vías respiratorias.
Por otra parte, coloca una bolsita llena de ramitas secas de lavanda en tu armario y mantendrás alejadas a las polillas. Además, es un truco para absorber la humedad y aportar buen olor a las prendas guardadas.
Y, por si no lo sabías, en algunas fincas donde se crían animales se planta lavanda para que no haya pulgas ni piojos.
Contraindicaciones de la lavanda
La lavanda, como producto natural, no suele presentar contraindicaciones. No obstante, un consumo excesivo puede causar toxicidad. Se recomienda no beber más de tres tazas de infusión de lavanda al día.
En el caso de presentar alergia a las flores, es preferible no usar su aceite ni su alcohol sobre la piel.
Por último, aunque no está contraindicada para mujeres gestantes, se aconseja no consumir lavanda durante el embarazo, pues no existen estudios suficientes sobre sus posibles efectos secundarios.
Y ahora que ya sabes cómo hacer tu propio aceite esencial de lavanda, aprovecha para sentirte alquimista por un día y prepara esta sencilla fórmula que podrás aplicar con múltiples usos: sanar, perfumar, relajar… ¿cuál es tu caso?