El fast fashion o moda rápida es una realidad con la que todos convivimos, hasta el punto de que está cambiando nuestros hábitos de consumo y nuestra realidad social. Este término hace referencia a la moda de consumo inmediato. Está basada en el rápido lanzamiento, con numerosas colecciones de corta duración y precios muy bajos que animan a su reemplazo continuado. Así pues, se trata de un fenómeno de moda de consumo instantáneo, a precios mínimos, con una calidad cuestionable y a partir de diseños completamente actuales.

Si quieres saber qué consecuencias tiene este tipo moda y cómo cambiarlo, sigue leyendo. Y recuerda que puedes enfocar tu futuro profesional hacia la industria téxtil a través de nuestros cursos de patronaje y diseño de moda.

¿Qué consecuencias tiene el fast fashion?

Los hechos derivados de la moda rápida no son muy positivos. A grandes rasgos, las principales consecuencias que tiene este tipo de moda son:

  1. En la actualidad, se producen 80.000.000.000 de prendas. Es decir, un 400% más que hace 20 años.
  2. Antes se lanzaban dos colecciones de ropa al año: primavera-verano y otoño-invierno. En estos momentos, las marcas lanzan unas 52 microcolecciones anuales.
  3. El uso medio de las prendas, antes de tirarlas, se sitúa en 7 veces. Lo cual significa que algunas de ellas las utilizamos menos veces, incluso una o ninguna.

Asimismo, la calidad de nuestra ropa empeora año tras año: pierde el color, se deforma, se desgasta o rompe mucho antes. Y, también, que las tendencias cambian con tal velocidad que no nos da tiempo de seguirlas.

Por eso, desde hace unos años, han empezado a activarse voces y acciones contrarias a estas prácticas, que abogan por un mercado de ropa más sostenible y razonable. Un claro ejemplo de ello está en la venta de ropa de segunda mano o la producción de ropa sostenible.

¿Qué factores caracterizan a la moda rápida?

En este tipo de moda, los principales materiales que se utilizan son el poliéster y el algodón, especialmente el primero. Este es una resina plástica derivada del petróleo que permite producir a costes mínimos. Como contrapartida, es bastante contaminante.

En cuanto a los procedimientos aplicados, se apuesta por una producción veloz y muy flexible. El objetivo es acortar al máximo los tiempos de elaboración y sus costes. Para ello, se utilizan procesos manuales en condiciones laborales precarias, realizados en los países más desprotegidos laboralmente del mundo.

Ventajas y desventajas de la moda rápida

Nada triunfa si no ofrece algo bueno. Es lógico pensar que un fenómeno mundial como este proporciona a sus clientes algún tipo de satisfacción o beneficio. Sin embargo, lo cierto es que las desventajas y los inconvenientes que conlleva superan, con mucho, esos aspectos positivos. Vamos a verlos a continuación.

Aspectos positivos

La parte positiva de este sistema de producción y comercialización de la moda se concreta en estos atributos:

  1. Se han democratizado las tendencias de la moda. Una o dos semanas después de que los diseños triunfen en las pasarelas, ya están disponibles en este tipo de tiendas a precios accesibles para todos.
  2. Globalización de la moda. Estas cadenas disponen de tiendas en casi cualquier ciudad importante del mundo: las novedades llegan a todos los rincones.
  3. Satisfacción personal. El usuario estrena ropa continuamente y se siente contento al vestir a la última. Es una satisfacción más aparente que verdadera, pero cumple cierta función emocional.

Factores negativos

Son, por otra parte, abundantes y más que significativos los aspectos menos buenos de la moda rápida.

Los enumeramos a continuación:

  1. Plagio y freno a la innovación. Las grandes marcas y los mejores diseñadores realizan un notable esfuerzo para crear propuestas originales, creativas y con gancho. A los pocos días, estas prendas diferenciales se ven prácticamente clonadas por las cadenas de moda rápida y comercializadas por medio mundo a precios mínimos. A largo plazo, esos creadores originales dejarán de tener interés por realizar tan minucioso trabajo.
  2. Imagen desechable. Si la ropa apenas dura siete usos, significa que el estilismo es temporal y transitorio. Resulta más complicado, pues, desarrollar una imagen propia y mantenerla en el tiempo, porque las tendencias varían a un ritmo vertiginoso.
  3. Coste global superior. Es verdad que estas prendas se compran a precios muy económicos. Pero, estamos comprando mucha más ropa que antes. Si haces números, quizás descubras que te estás gastando ahora bastante más que en el enfoque anterior. Además, hay unos costes sociales y ambientales adicionales cuyo pago nos afecta a todos indirectamente.
  4. Discriminación y abusos laborales. La mayoría de las compañías que apuestan por la moda rápida producen sus textiles en países con condiciones laborales precarias. Actualmente, en el mundo hay unos 40 millones de obreros del sector textil, en su gran mayoría mujeres y menores de edad. Trabajan en condiciones infrahumanas y cobran unos dos dólares al día. Este planteamiento, por lo tanto, enquista los abusos, las diferencias sociales y la explotación laboral.
  5. Serios daños al planeta. Tanta producción textil conlleva un gran consumo de recursos energéticos y productivos, así como de materias primas. Además, esas prendas que solo utilizamos siete veces acaban en la basura y, en consecuencia, incrementan los residuos y la contaminación que lanzamos a nuestro planeta. De esta manera, nuestro planeta está resultando muy maltratado y quedará gravemente afectado si no actuamos.
  6. Fomenta el consumo compulsivo. Ante este tipo de moda nos convertimos en meros compradores.

¿Qué podemos hacer frente al fast fashion?

Existen 5 prácticas que puedes incorporar a tu día a día para contrarrestar la moda rápida y favorecer un producción textil más sostenible. Algunas de estas son:

  1. Compra menos ropa y aprovéchala más, es decir, póntela más veces.
  2. Consulta las etiquetas antes de elegir: evita los materiales y procesos contaminantes.
  3. Elige bien en qué tiendas compras tu ropa.
  4. Prefiere los materiales y procedimientos eco-friendly, como el algodón orgánico o el lino de bambú.
  5. Impulsa la reutilización: recicla ropa, llévala a los contenedores de recuperación o cómprala en tiendas de segunda mano.

Está en nuestras manos empezar el cambio hacia un mundo más justo y sostenible. Y tu, ¿qué vas a hacer al respecto?