El packaging es, probablemente, uno de los elementos más importantes y que mejor hay que trabajar en cualquier producto o servicio. ¿Recordáis la típica frase de nuestras madres “comes más por los ojos que por la boca”?. Nada más cierto que aproximadamente el 80% de la información de nuestro entorno la captamos por la vista. Si el envoltorio es original y nos llama la atención, probablemente ese producto acabará en la cesta de la compra. Está más que demostrado: tenemos predilección por los envases bonitos, elegantes o que, simplemente, nos parezcan agradables a la vista. Pero el packaging es más que un conjunto de colores, formas y dibujos. Es funcionalidad, almacenaje y ciencia.
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¿Qué es el packaging?
El packaging engloba todos los elementos relacionados con la presentación, distribución, almacenaje y venta de un producto. Esto incluye, por ejemplo, el envase, el etiquetado o el envoltorio del artículo en cuestión. Es la carta de presentación del producto.
El objetivo del packaging es atraer la atención del consumidor. La presentación del producto, por ende, es esencial para que el cliente muestre interés por lo que está viendo. Por ejemplo, los productos dirigidos a niños y niñas suelen ser muy coloridos y estar cargados de dibujos e, incluso, incluyen elementos que sobresalen del envase o pequeños obsequios. Por otro lado, el packaging debe reunir una serie de características que aseguren el mantenimiento del producto o los materiales con los que está fabricado el envase. Se trata de dotar al producto de personalidad propia y que sea este mismo el que nos comunique algunas de las características del producto que vamos a comprar. Una de las tendencias actuales en productos ecológicos o sostenibles, por ejemplo, es elaborar los envases con papel o cartón reciclado y utilizar colores propios de la naturaleza: verde, marrón, tonos terrosos…
Características de un buen envase
- Estudia los colores y la incidencia de estos en la decisión de los consumidores. Un ejemplo muy básico es el color de los envases de leche. El verde se ha relacionado, de forma habitual, con la leche semidesnatada; mientras que el color azul se relaciona con la leche entera. Por otro lado, los envases de color negro, dorado o plateado se asocian a productos de lujo o gourmet.
- Si el producto es atractivo, deja que se vea. Por ejemplo, si se trata de galletas con alguna forma en especial, lo ideal es que el consumidor pueda verlas. Además, también es una forma de tranquilizar al cliente para que pueda ver qué está comprando sin tener que abrir el paquete.
- Aprovecha las nuevas tecnologías e intégralas en el envase. Por ejemplo, utilizando códigos Bidi o anunciando promociones exclusivas para las aplicaciones de la marca en smartphones. De este modo, también aumentará la interacción de la marca en sus redes sociales o página web.
- Utiliza las figuras retóricas y la personificación en el packaging. Como hemos comentado anteriormente, los envases para productos infantiles dan pie a la creatividad y la originalidad. Los envases con forma de animales o personajes fantásticos son muy atrayentes.
- Procura que el envase tenga valor añadido. Lo ideal es que aporte un sistema útil de almacenaje o sea cómodo de colocar, transportar, etc. Por ejemplo, un envase de espaguetis que permita medir la cantidad necesaria para una persona. Del mismo modo, puedes plantear la posibilidad de que el packaging del producto tenga otra vida una vez finalizado su uso principal. Por ejemplo, los envases de cacao en polvo en formato de caja metálica con ilustraciones vintage o los vasos de yogur de cristal.
- Por último y no menos importante (prácticamente el que más), cuida los detalles gráficos. El diseño debe estar bien planteado y estructurado, y debe ser atractivo a la vista para llamar la atención del consumidor en la primera toma de contacto visual.